CARTA
DE TERRITORIALIDAD DEMOCRACIA Y PAZ
Alentados
por el legado humanista de Guillermo Gaviria y Gilberto
Echeverri, y los postulados de la no-violencia, nos
hemos encontrado en la ciudad de Sonsón Antioquia,
ciento treinta organizaciones, veintiocho procesos de
acción ciudadana autónoma por la paz -constituyentes
locales y regionales, ejercicios de resistencia civil,
programas de desarrollo y paz, laboratorios de paz,
mesas de verdad justicia y reparación- que avanzan
en diversas regiones de Colombia, asumiendo la responsabilidad
que el momento histórico demanda a las comunidades.
Durante
tres días, cuatrocientos delegados y delegadas
abrazados en un propósito común, de cara
a un país desorientado y aturdido por la guerra,
soportados en nuestras vivencias políticas, sociales
y culturales, de igual manera que en nuestros arraigos
de provincia, decidimos declararnos en procesos constituyentes
desde la territorialidad hacia la construcción
de nación.
Nuestros
rostros, nuestras palabras y nuestras realidades dijeron
que es posible sustraer espacios geográficos
y sociales a la confrontación armada, que es
posible reducir los efectos negativos del conflicto
sobre la sociedad mediante el diálogo creativo
y no ingenuo. Que es posible llenar los espacios territoriales
y sociales con proyectos de convivencia y desarrollo.
El
horror acrecentado de la muerte ha desatado nuestra
sensibilidad por la vida y nos ha conducido a imaginar
múltiples formas para respetarla, dignificarla
y preservarla. Ninguna causa justifica cegar una vida.
Por eso nos duele la muerte de la población inerme
en medio del conflicto, e igual dolor nos producen las
muertes de soldados, guerrilleros y paramilitares.
Territorio
y soberanía. Los procesos constituyentes locales
y regionales son una construcción social de territorialidad
e identidad. Convergemos en asumir el territorio como
la realización espacial de un proyecto de convivencia
y desarrollo, en armonía con la naturaleza. El
conglomerado local y regional comparte una historia,
una cultura y una perspectiva de realización
colectiva de la vida, la libertad y el trabajo. Acordamos
también fortalecer y consolidar la provincia
para construir región, en un marco de autonomía
territorial, como camino cierto para recrear país.
Este
encuentro asume una postura crítica frente al
modelo económico predominante, pero declaramos
estar abiertos a la integración con nuestros
vecinos latinoamericanos, convencidos de que los procesos
de globalización deben partir del reconocimiento
de las identidades locales y regionales.
Democracia
y paz. Desde nuestros territorios insistimos en que
la guerra se soluciona hablando. Desde la organización
comunitaria que cada vez se afianza en la humildad del
campesino, o en los rostros vivos de mujeres, jóvenes
y niños, en maravillosa concurrencia pluricultural,
convocamos al Gobierno Nacional y a los actores armados
a parar la guerra y a resolver políticamente
el conflicto armado. Para ello tenemos un mandato ciudadano
vigente desde octubre de 1997.
Respaldamos,
apoyamos y seguiremos realizando acciones humanitarias
para defender la vida y la libertad de poblaciones y
personas, desde los lugares donde edificamos y soñamos
día a día una patria y un mundo mejor.
Entendemos
la soberanía del pueblo afincada en nuestra cotidianidad
y nuestro saber colectivo de lo cultural, lo político,
lo social y lo económico. Proponemos que se adopten
los diálogos locales como camino hacia un diálogo
nacional, en el marco de una estrategia concertada,
regional y nacional de paz.
Tenemos
plena comprensión de la profunda crisis de legitimidad
que vive la democracia representativa en Colombia. Sin
responsabilidad de los gobernantes frente a los electores,
sin real control ciudadano y político. Esta democracia
urge ser replanteada, pues se ha perdido en el clientelismo
y la corrupción, erosionando la gobernabilidad
y agudizando la crisis social.
La
gobernabilidad, que no existe hoy, radica en la capacidad
y la voluntad de autoridades y comunidad para construir
conjuntamente un proyecto de vida colectivo.
En
reacción creciente, la población, acosada
por la falta de garantías en sus derechos, por
la inoperancia de los actuales mecanismos de participación,
y por diferentes expresiones de crisis humanitaria,
se identifica en procesos de empoderamiento ciudadano
que practican soberanía. Su legitimidad proviene
además del carácter incluyente y participativo
que imprimen a sus agendas de desarrollo, gobernabilidad
y convivencia. Estas prácticas construyen Estado
social y democrático de derecho, dando vida al
proyecto político que definió la Constitución
del 1991.
Ciudadanas y ciudadanos que concurrimos a este encuentro
de experiencias de autonomía política,
territorial y soberanía, ratificamos nuestra
voluntad de:
1. Construir desde abajo y desde la periferia, desde
lo local y desde lo regional, una Colombia justa pluralista,
soberana y en paz, abierta al mundo.
2. Impulsar y acompañar las asambleas constituyentes
como estrategia política y organizativa para
recuperar y ejercer la soberanía popular, basados
en el artículo 3º de la Constitución
Política.
Y nos comprometemos a:
1. Propiciar y respaldar decididamente, en ejercicio
de soberanía y defensa de la vida, acuerdos humanitarios
inaplazables.
2. Impulsar y apoyar la gestión de Naciones Unidas,
organismos internacionales y países amigos, en
función de los acuerdos humanitarios y la reanudación
de los diálogos para la paz.
3. Mantener la demanda al Gobierno Nacional por la definición
de una clara política pública de paz.
4. Continuar en la construcción de una voluntad
política de encuentro y articulación desde
las múltiples iniciativas territoriales y sectoriales,
que forme opinión y genere movilización
social para la paz.
RETORNAMOS
A NUESTRAS PROVINCIAS PORTANDO UN MENSAJE DE CONFIANZA
EN LA CAPACIDAD DE LA SOCIEDAD COLOMBIANA POR UN NUEVO
PROYECTO DE VIDA
Sonsón
Antioquia, mayo 28 de 2003
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